Caminando por Valparaíso sacando fotos del servicio alimentario, pudimos darnos cuenta de como va cambiando la puesta en escena de la ciudad como una gran obra de teatro acelerada e histérica.
Lo que va predominando al rededor de las universidades (con la misma concepción que las poblaciones callampa) son las sandwicherías, que saben cómo es el estilo de vida del estudiante que tiene poco dinero y poco tiempo, por lo tanto buscan lo más rápido y económico (pero igual rico).
Llegando al plano de la ciudad nos dimos cuenta que conviven los 3 tipos mas comunes de locales de "comida servida" por llamarlo así: La comida rápida, los cafés y los restaurantes.
Pero en el cerro concepción pasaba una dinámica distinta y mágica: La comida rápida desaparecía, los cafés se ocultaban y los restaurantes resaltaban. Lo que era potentísimo era cómo los cafés se comportaban distinto en el plano que en el cerro. El plano, como lugar de paso y transición ajetreada entre el trabajo y el hogar, servía como soporte muy fuerte para que los cafés se dieran a conocer; a través de la comunicación usual de estos locales: un lugar chico, personal, de ambiente cálido y bien decorado y su olor típico y el letrero modesto pero no menos llamativo afuera.
"Si no fuera por el letrero de Segafredo, nadie se daría cuenta que ahí hay un café"
En cambio, en el cerro, como lugar que plantea la dinámica del laberinto, sirve como lugar para ocultarse, y eso es lo que los cafés usan muy bien, se ocultaban en el cerro. Costaba muchísimo encontrarlos, salvo por una pequeña lista de precios artesanal, pero cada uno tenia su encanto único.
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