sábado, 28 de julio de 2012

De los espacios de trabajo creativos, primera parte.

Más o menos hace 20 años (increíblemente hace mucho menos en hartos lugares), los espacios donde la gente trabajaba o estudiaba eran muy declarados: las salas de clases eran salas de clases, la oficina del jefe tenía obligatoriamente que ser la oficina del jefe, y con esto me refiero a que estos espacios eran muy inflexibles.


Por ejemplo, el estudiante universitario o escolar, sólo tenía como lugares de estudio la sala de clases, una mesa en la biblioteca y su escritorio en su pieza, y el mobiliario que el estudio implicaba eran mesas, sillas y luminarias muy austeras. Las mesas y las sillas no pasaban de ser piezas de la madera más pesada, carentes de curvas y color, las lámparas, si era necesario sólo eran ampolletas en el techo. Esto hacía que no existiese tanta flexibilidad en en trabajo grupal, o si al profesor visionario se le ocurría llevar a cabo una clase dinámica que implicaba correr las mesas, agruparlas girarlas, etc.


Pero, a medida que el tiempo avanza y las tecnologías de la información eran mayores y mejores, se hacían ver muchas facilidades que estos avances brindaban al trabajo creativo, pero surgía la necesidad de adaptarse a ellos. Con estos avances cambiaría la forma de hacer presentacionaes, disertaciones, trabajar en grupo, leer, documentarse, buscar información que ya no sólo estaba en los libros, si no que se encontrarán en videos, pistas de audio, tutoriales, infográficos, etc.

Todo esto, sumado al avance en el soporte de la información como son hoy en día los notebooks, smartphones, tablets y proyectores hicieron que aumentara el dinamismo y las formas de enseñar, aprender y trabajar, en nuevas formas, nuevos conceptos, nuevas distribuciones a la hora de diseñar el espacio de trabajo de una institución, oficina, universidad, biblioteca, colegio, hospital, etc.

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